Libro de Manuel
Podíamos seguir así, prolongar el ritual, la tristeza y el deseo trocaban poco a poco sus guantes y sus nieblas, hacer el amor con Francine era más que abolir las diferencias, establecer un territorio fugitivo de contacto, porque entonces Francine no solamente se despojaba de todo lo que la erguía contra mí sino que entraba por su cuenta, de la mano de un río de cobre, en una zona de tormentas increíbles, y cómo decirlo de otro modo, me llamaba con una voz deshecha, se daba como un diluvio de címbalos y uñas. Era siempre la primera en llevar la mano hacía ese conmutador que apagaba un tiempo de figuras afrontadas, de palabras enemigas, para abrirnos a otra luz donde un vocabulario hecho de pocas, intensísimas cosas creaba su lenguaje sábana, su murmullo almohada, allí donde un tubo de crema o un mechón de pelo eran claves o signos, Francine dejándose desnudar al borde de la cama, los ojos cerrados, el pelo rojizo y casi crespo contra mi cara, estremeciéndose a cada movimiento de mis de...